Dicen los que saben que la intención es favorecer sí o sí a Rubén Carrillo, aspirante de la Planilla Blanca a la secretaría general, y cercano al exlíder de la “ola verde”, Erasmo Abelar.
Incluso, explican los conocedores del asunto, que la integración de la planilla habría corrido a cargo del propio Rodrigo Alcázar, quien a cambio habría pedido el apoyo irrestricto para Rubén Carrillo.
Es decir: el voto.
En caso contrario, aseguran, el Imoveqroo iniciaría una cacería -disfrazada de operativo- para poner en orden a los socios concesionarios.
Claro, todo con fecha de caducidad hacia el día de la elección en la última semana de noviembre.
De hecho, señalan, a una de las personas que Rodrigo Alcázar rechazó darle la segunda posición dentro de la planilla fue a Justina Romero, importante activo del gremio taxista.
Y se sumarían otras figuras taxistas más.
Porque el objetivo es que el Imoveqroo se haga del control del sindicato, cuando, históricamente, son antagónicos.
Evidentemente, afirman, Rubén Carrillo estaría flojito y cooperando a la causa, en la que Alcázar llevaría la batuta.
Aunque, seguramente, las demás candidatas expresarán su desacuerdo.
Porque la inestabilidad política del sindicato de taxistas “Andrés Quintana Roo” estaría a la vista.
Rodrigo Alcázar y Rubén Carrillo serían los orquestadores.
Sin embargo, habría más de fondo.
Por lo pronto, las voces taxistas comenzarían a levantarse ante este posible atropello a su autonomía.
Quedaría en las contendientes poner un alto y dejar en claro que el proceso interno de los taxistas es eso, un proceso interno de los taxistas.
El Imoveqroo y Rodrigo Alcázar no tendrían vela en el entierro.